Tras el fin de las ayudas y la inyección de liquidez de los fabricantes en el parque de máquinas expendedoras de tabaco, el segundo canal agoniza.
Si no hay recursos para dotar de medios al estanquero para realizar su trabajo de mantener, reparar y reponer las máquinas expendedoras depositadas en los numerosos y diversos establecimientos hosteleros, sumada a la inexorable y paulatina bajada general de negocio, nos lleva a un parque cada vez más envejecido en unos PVRs poco rentables.
El mismo riesgo, la misma responsabilidad y poco beneficio. ¿Hasta cuándo el estanquero podrá aguantar esta situación?
Hacia un cambio en el modelo
Como decía, desde la criminalización por parte del órgano regulador y sancionador de los llamados “maquineros”- explotadores de grandes parques de máquinas- y su firme voluntad de acabar con ellos, el segundo canal solo hace que retroceder, en todos los aspectos.
El modelo anterior de concentración de explotadores de grandes parques de máquinas expendedoras de tabaco, basado en la economía de escala, garantizaba un servicio profesional de mantenimiento y reposición que pasó a mejor vida.
El Comisionado en la búsqueda de un reparto equitativo de ventas y ratio por estanco, creyó que eliminando el flujo de inversiones de los fabricantes y eliminando los grandes tenedores de PVR, la redistribución natural por la proximidad de cada uno de los estanqueros en sus zonas, harían el resto.
Los PVR y el comisionado
Sin duda, el anterior modelo tenía sus grandes defectos y abusos, pero también fue un garante de que el segundo canal tuviera los recursos necesarios para su buen funcionamiento.
En realidad, lo que consiguió el comisionado con multas y amenazas, fue que dejó de ser rentable la mayoría de PVR para el estanquero.
Si hace unos años, la incorporación de nuevos PVR para un estanco era una fórmula clave para mejorar la facturación y el crecimiento, ahora es más bien un movimiento defensivo de bloqueo para que ningún otro estanco nos venga cerca de nosotros, a nuestra zona de influencia comercial.
Ahora los nuevos PVR para un estanco, es más bien un movimiento defensivo.
El riesgo del segundo canal
Mientras todo esto ocurre, mientras las transformaciones reguladoras, económicas y sociales que nos vemos envueltos lleva al estanquero a trampear con el segundo canal, el riesgo no se reduce.
Hemos depositado en un bar una máquina expendedora, llenado de tabaco y cambio.
Nuestra máquina sigue ahí, nuestro tabaco y nuestro trabajo. Sin inversiones, el parque envejece inexorablemente y con ello, los problemas de mantenimiento. A máquinas más viejas, más incidencias de mantenimiento.
Siempre que un estanquero piensa en su parque de máquinas expendedoras de tabaco lo hace pensando en que no le roben la máquina o el tabaco que hemos depositado dentro de la misma. Pensamos que podemos perder los daños en desperfectos en la puerta, el billetero, la sustracción del tabaco, el cambio… 2.000 €, 3.000 €, … o más!
Sin duda, una pérdida cuantiosa que no recuperaremos en mucho tiempo, si lo llegamos a recuperar algún día. Pero lo que no tiene en cuenta el estanquero es la responsabilidad que puede derivar el hecho de tener un parque de máquinas depositadas en locales de terceros.
Si bien entendemos que nosotros podemos perder la máquina y todo lo que hay en su interior, es más difícil pensar que también somos responsables de los daños que pueda causar la máquina al establecimiento donde se encuentra depositada.
Hay un riesgo existente en el segundo canal
La responsabilidad del estanquero
El negocio del segundo canal en realidad es una actividad distinta a la explotación del estanco.
Un estanco es un comercio amparado en una licencia que es una concesión administrativa que nos autoriza a la venta de las labores de tabaco en una ubicación concreta. Cuando contratamos un seguro para nuestro estanco, la garantía de responsabilidad civil nos da cobertura sobre cualquier daño a terceros derivada de nuestra actividad … en el estanco.
No fuera del establecimiento.
Exceptuando el transporte de fondos y alguna otra garantía, pero nunca la responsabilidad del estanquero en la actividad de depósito y explotación de máquinas expendedoras en locales de terceros. Pero este riesgo, esta responsabilidad por pequeña que nos pueda parecer, existe.
No tan solo existe si no que es real.
Hemos conocido el hecho de un incendio ocurrido en un bar donde se encontraba una máquina expendedora de tabaco propiedad de un estanquero.
El incendio se originó en el bar, pero por el efecto de la propagación de las llamas, acabó afectando de forma considerable al edifico donde se encontraba el establecimiento en su planta baja. El informe de los bomberos afirma que el incendio vino provocado como consecuencia de un cortocircuito en la máquina expendedora de tabaco.
La aseguradora del bar, así como la de los afectados del edificio, han iniciado una reclamación frente al estanquero, como propietario de la máquina y supuesto responsable del incendio.
El expendedor, que si bien dispone de un seguro para su estanco, no tiene ningún seguro de responsabilidad civil para las reclamaciones derivadas de su actividad de explotador de máquinas. No caigamos en el error de pensar que si para el Comisionado un permiso para un PVR es algo ordinario en el quehacer de un estanquero, el seguro de nuestro estanco nos vaya a cubrir cualquier reclamación que derive de ella.
No es así, son dos actividades diferentes a efectos de seguro.
El estanquero se enfrenta a una reclamación por daños cuantiosa, sin tener un seguro que garantice esa contingencia. Si prospera la reclamación judicial, podría causar la ruina total del estanquero propietario de la máquina. Porque no estamos hablando de las pérdidas de 2, 3 ó 4.000 € cuando hablábamos de riesgo de pérdida por daños a la máquina y sustracción del tabaco, podemos estar hablando de una reclamación de cientos de miles de euros.
En cualquier caso, le espera una larga batalla judicial con un final incierto.
El seguro de responsabilidad civil de las máquinas expendedoras de tabaco
Cuando pensamos en las máquinas expendedoras de tabaco siempre pensamos en los daños que nos pueden hacer y nunca, el que podemos causar nosotros.
Podemos perder la máquina y el tabaco, pero sin duda, es mucho más trascendente y de mucho mayor calado una reclamación que nos puedan formular derivada de nuestra explotación.
Mientras que el primer caso es una pérdida importante pero que no cambiará nuestra vida, una reclamación por responsabilidad puede acabar con nuestro negocio y con un quebranto patrimonial del cual puede que no nos recuperemos nunca.
El coste del seguro de responsabilidad civil por máquina asciende a 2 euros/año con una prima mínima aproximada de 60 €/año para todo un parque. Un coste muy pequeño y asumible para cualquier explotador.
Estamos advertidos.
Que el árbol, no nos deje ver el bosque.
La importancia de un seguro de responsabilidad civil